Posdatas cordobesas

Soy muy dado a poner posdatas al final de mis cartas (electrónicas ya, todo sea dicho). Normalmente siempre se me queda en el tintero (o en el teclado, dado lo electrónico de las misivas, insisto) alguna idea breve que no casa con el resto del texto pero que no quiero dejar de comentar. Así que acaba convirtiéndose en posdata.

Pues hoy me pasa algo parecido con La Hermandad del Cuervo: hace ya varias semanas que tengo un par de anécdotas que contar; unas líneas que, por breves, no se merecerían una entrada para ellas solas. Pero que, entre todas, pueden formar una posdata que quizá alguien encuentre de interés. Sea.

CAPILLA DE SAN BARTOLOMÉ

A principios de septiembre recibí la visita de mi amiga Oché (a.k.a. Friki) y de su novio de Sri Lanka, que estaba pasando unos días en España. ¿Y qué se hace con un muchacho de Sri Lanka que viene de visita? Pues ir a la Velá de la Fuensanta; al Moriles a tomarse un buen flamenquín; a la Mezquita a hacer mil y una fotos; al restaurante marroquí de al lado a tomar una tapita de pastela; a la tetería de la calle Buen Pastor a demostrarle a Oché que las teterías cordobesas están mejor ambientadas que las granadinas (lo siento; es cierto)… y, he aquí la novedad, a pasar de casualidad por la calle Averroes y descubrir que han abierto una «nueva» capilla mozárabe/mudéjar.

Por lo visto la capilla, que pertenece al volumen edificatorio de la actual Facultad de Filosofía y Letras (antiguo hospital del Cardenal Salazar), lleva allí desde principios del siglo XV, pero había permanecido cerrada en los últimos años esperando a ser restaurada y puesta en valor, cosa que terminó de ocurrir en marzo de este año (2010). ¿Y qué se puede decir de ella? Pues que pese a lo muy reducido de su superficie, resulta un monumento de lo más emblemático y atractivo (a las pruebas me remito).

La capilla conserva originales la solería y el alicatado de azulejos que tiene hasta media altura, que en realidad no está compuesto por losas cuadradas con dibujos geométricos interiores sino que es un mosaico de piezas pequeñas encajadas entre sí. Las yeserías de las paredes están reconstruidas a partir de algunos fragmentos que sí se conservaban; y el color ha sido restaurado por completo basándose en estudios teóricos. En el techo, de piedra abovedada, aún se conservan algunos frescos cuya datación devuelve una fecha posterior a la de la construcción de la capilla. [NÓTESE que toda esta información me la proporcionó la azafata que estaba por allí; no me hago en absoluto responsable de su veracidad].

Por último, sólo comentar que me encantan las lámparas que se han colgado, ya que creo que potencian el aire medieval que sin duda destila la capilla. Y como nota mental, me recuerdo a mí mismo (y a todo aquel al que le sirva) la diferencia entre mozárabe y mudéjar: Los mozárabes eran los cristianos que vivían entre la polación musulmana en la época de dominación islámica, mientras que los mudéjares eran los musulmanes que vivían entre los cristianos de la Península tras la Reconquista.

PATATAS ALI OLI FRENTE A LA MEZQUITA

Otra de mis pequeñas posdatas me lleva a contaros simplemente cómo una noche de septiembre, moderadamente calurosa, metí en mi mochila de cuero una fiambrera llena de patatas ali-oli (de factura casera, por supuesto), una lata de refresco, un par de servilletas y un tenedor de plástico; me encasqueté el casco de la bici (valga la rebuznancia) y me fui pedaleando hasta el meandro de Miraflores, ahora ocupado por un parque homónimo y, por qué no decirlo, bastante acertado en cuanto a proyecto arquitectónico.

Pues bien, sentado sobre el pretil que separa el espacio del parque de las aguas Guadalquivir di buena cuenta de mis patatas mientras miraba la Mezquita iluminada y recibía en la cara una brisa húmeda, agradable y casi marítima. Me pareció una cena mucho más vivificante que las habituales, en las que me siento en mi sofá y las imágenes iluminadas son las de la tele y la brisa la del ventilador. Al menos más sensitiva. Y como se ve que soy fan de la organolepsia, pues decidí repetir la hazaña unos días después, aunque esta vez acompañado por Hustinetten.

POSDATA: Si me acuerdo, haré una pequeña entrada con la receta de la salsa ali-oli 😉