Asturias (Y León) (2)

En la segunda parte del viaje pusimos dirección a los picos de Europa. El primer reto que se nos presentaba en el camino era encontrar la iglesia de San Salvador de Valdediós. Al final estaba bastante bien señalizada y había mucha gente visitándola. Por cierto, que la llaman el conventín, porque está al lado de un monasterio mayor (el cual por cierto, es también bastante importante, pero ahora mismo no recuerdo cómo se llamaba y como me ponga a googlear o no termino esto en toda la mañana:) )

Mientras que esperábamos a que empezara la visita a San Salvador, estuvimos dando una vuelta por el campito de alrededor. En estas que noto que tengo algo que se mueve y me pica a la altura de la rodilla, debajo del pantalón vaquero. Pienso que es un bicho cualquiera y me dedico a darme manotazos a ciegas para cargármelo ¡ERROR! Resultó que era una abeja o algo parecido:

Todo para nada, porque me dejó un ronchón con cuenta atrás (no empezó a picarme y tener mala pinta hasta una semana después) y el &%$$& salió tan pancho pernera abajo (!!!). De todos los manotazos que me di no acerté ni una ^^u.

También nos enteramos vía el muchacho guía amable que ese mismo día era el descenso del río Sella. Nosotros no teníamos ni idea de lo que significaba eso, sólo intuíamos que seguramente habría más gente que en la guerra. De todas formas, íbamos dirección Sella arriba y ya veríamos por el camino de qué se trataba. Conforme seguíamos el cauce del río – la carretera lo sigue – aparecía más gente y más y más gente, y más coches, y más y más coches…aparcados o tirados en los andenes (las personas humanas también). Una locura. Conclusión: que el famoso descenso del Sella no es más que un macro botellón que coge una carrera de piraguas como excusa para hacer el mongui y emborracharse.

Paramos en Cangas de Onís para ver el puente. Había muchos visitantes y locales bañándose en el río. Con el calor que hacía ese día, la verdad es que apetecía un chapuzón.

Cuando empezamos a acercarnos a los Picos de Europa la cosa se fue calmando. La cantidad de gente en los andenes iba menguando conforme las paredes iban creciendo, hasta que nos encontramos conduciendo entre un desfiladero ¡Impresionante! El desfiladero de los Beyos, se llamaba. ¡Ah! Y también pasamos por túneles con ventanitas muy cucos:

La música la llevábamos incorporada en el coche. Escuchamos el mismo disco unas tropecientas veces, na más.

Por fin, después de subir una carreterita estrecha con precipicio al lado que daba miedito, llegamos a Soto de Sajambre. Allí vimos un concierto de Gueta na Fonte que estuvo muy bien. El pueblo es muy bonito, pero está lleno de gente no-muy-simpática, como los del albergue Peñasanta, que me pusieron de muy mal humor y por eso no tengo fotos de allí. Pero sí del pueblo vecino, Oseja de Sajambre:

Mañana más. Rumbo al oeste.